El Templo Interior

Cierra los ojos y siente tu cuerpo como si fuera una constelación suave…
Una brisa invisible recorre tu espalda y te invita a caminar hacia adentro.

Imagínate de pie frente a una gran puerta tallada en cristal vivo.
En su superficie, símbolos antiguos brillan con luz dorada: algunos los reconoces… otros parecen recordarte a ti.

Con una exhalación profunda, la puerta se abre sin esfuerzo.
Entras.

El aire huele a mirra, a fuego suave, a tierra mojada.
Estás en un templo circular, con columnas vivas que respiran como árboles.
Desde el techo abierto, desciende una luz tibia que te envuelve.
Es la luz de tu conciencia…
de tu alma observándote con amor.

Camina por el centro. En el corazón del templo, hay un cuenco de agua cristalina.
Mírate.
Pero esta vez no ves tu cara habitual.
Ves tu esencia.
Tu forma energética más pura.
Ves lo que fuiste antes de nacer.
Ves lo que serás cuando trasciendas.

Una voz suave, sin boca ni origen, te susurra desde el agua:
“Recuerda.”

Puedes preguntar algo si lo deseas.
Puedes dejar que surja una imagen, un símbolo o un nombre.
Quédate unos momentos ahí.

[…]

Cuando estés listo, agradece.
El templo no desaparece, solo se aleja como un sueño que sabes que sigue allí.
Vuelve lentamente a tu cuerpo.
Siente tus pies. Tus manos.
Tu respiración.

Y abre los ojos.
Trae contigo lo que viste, lo que sentiste, lo que no se dijo pero quedó impreso.

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