Meditación del Guerrero de Luz

Cierra los ojos.
Siente tu cuerpo como un templo.
Tus pies en la tierra,
tu espalda erguida como un árbol.

Respira profundo,
y al exhalar, siente que caen capas de duda,
de juicio,
de miedo.

Cada inhalación te centra.
Cada exhalación te libera.

Estás en ti.
Estás aquí.
Y eso ya es coraje.


Lleva tu atención al centro de tu pecho.
Allí, en tu corazón,
hay una llama dorada.

No arde con rabia.
No destruye.
Es fuego sagrado.
Es tu verdad más pura.

Siente cómo se enciende.
Tal vez primero como una chispa…
Luego como una llama firme.
Luego como un sol interior que ilumina hasta tus manos,
tu mirada,
tus decisiones.

Repite en silencio:

“Yo soy luz en acción.
Yo soy fuego consciente.
Yo soy quien decide.”


Ahora imagina que frente a ti está tu reflejo.
Pero no el cotidiano.
Es tu arquetipo del Guerrero de Luz.

Tal vez con una capa,
una armadura translúcida,
una espada de energía o un escudo de intención.
Míralo.
Eres tú… pero sin miedo.
Sin máscara.
Con total presencia.

Tu Guerrero no lucha contra otros.
Lucha contra la mentira, la resignación y el olvido de sí mismo.

Camina hacia él…
Y fúndete con su forma.
Eres tú.
Eres uno.


Siente cómo este Guerrero de Luz activa en ti 3 códigos sutiles:

  1. Claridad
    — Saber lo que es verdadero, aunque aún no sea fácil.
  2. Amor firme
    — Ser suave sin rendirte, decir no sin herir.
  3. Presencia energética
    — Caminar por el mundo sin perder tu centro.

Repite en silencio:

“Camino con propósito.
Protejo mi alma sin cerrarla.
Actúo desde el corazón.”


Siente de nuevo tu respiración.
Tu cuerpo.
Tu entorno.

Sabe que tu Guerrero de Luz no se fue.
Está contigo.
Camina contigo.
Es tu voz cuando dudas.
Es tu calma cuando todo arde.

Abre los ojos lentamente…
Y deja que esta luz te acompañe como una armadura invisible de compasión activa.


Que ningún viento apague tu llama,
ni ninguna herida robe tu nobleza.
Tú no viniste a dominar,
viniste a iluminar lo que otros temen ver.

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