
Duración sugerida: 8–12 minutos
Intención: Encender el fuego sagrado que habita en tu pecho y expandirlo como guía silenciosa.
Ideal para: comenzar el día, recuperar dirección interna, o cerrar un ciclo con presencia.
[Inicio – Aterrizaje: 1 minuto]
Cierra los ojos.
Siente el contacto de tu cuerpo con la tierra.
Nota el aire entrando y saliendo sin apuro.
Este momento es tuyo. Este instante es sagrado.
Todo lo que no necesitas puede quedarse fuera.
[Invocación de la Luz – 3 minutos]
Lleva tu atención al centro de tu pecho.
Imagina que ahí dentro hay una chispa. Pequeña. Dorada.
Quizás dormida, quizás esperando.
Respira…
Y al inhalar, siente cómo esa chispa se enciende.
Cada inhalación la aviva.
Cada exhalación despeja las sombras a su alrededor.
La chispa se convierte en llama.
La llama en sol.
Y ese sol no quema: ilumina.
No destruye: revela.
[Expansión – 4 minutos]
Siente cómo la luz se derrama por tu pecho,
baña tus hombros,
baja por tus brazos,
enciende tus manos.
Sube por tu cuello,
ilumina tu rostro,
cruza tu frente,
y al llegar a tu coronilla…
se abre como una flor de luz que te conecta con el cielo.
Ahora la luz desciende también por tu columna,
acaricia tu abdomen,
tus caderas, tus piernas,
hasta llegar a la planta de tus pies.
Eres una antorcha viva:
quieta por fuera, eterna por dentro.
[Integración – 2 minutos]
En silencio, quédate unos momentos dentro de ti.
Escucha tu fuego.
Pregúntale si hay algo que quiera mostrarte hoy.
Quizás una emoción que necesita abrazarse.
Quizás una decisión.
Quizás solo el recuerdo de que nunca estuviste a oscuras.
[Cierre – 1 minuto]
Haz una respiración profunda.
Agradece.
No a nadie en particular. A ti.
Por darte este espacio. Por volver.
Cuando estés listo, mueve lentamente tus manos, tu cuello…
Y regresa.
✧ Eres un faro caminando. Que esta luz no sea solo tuya. Que toque a quien se acerque a ti, incluso si no lo notas. Incluso si solo pasa por tu sombra. ✧
